A Helena

Helena, tu belleza es para mí
Como aquellas nicenas naves de antaño
Que suavemente, sobre el fragante mar
Llevaban al peregrino cansado de viajar
A su primitiva orilla.
Sobre los desesperados mares habituados a rugir
Tu pelo de Jacinto y rostro clásico,
Tus aires de Náyade, me han traído a mis lares:
A la gloria que fue Grecia
Y a la grandeza llamada Roma
Erguida en tu brillante nicho
Como la estatua que tu finges ser,
La lámpara de ágata en tu mano
¡Oh Psiquis!, de las regiones que son la Tierra Santa
E. Allan Poe
Obras Inmortales, E.D.A.F., 1974
imagen bajada de: es.wikipedia.org/wiki/Helena
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