viernes, 21 de octubre de 2011

Alfonsina Storni - La inquietud del rosal









El rosal en su inquieto modo de florecer
va quemando la savia que alimenta su ser. 
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
tantas son que la planta morirá de este mal!
El rosal no es adulto y su vida impaciente
se consume al dar flores precipitadamente.


Alfonsina Storni



Poesía Selecta, "La inquietud del rosal", Círculo de Lectores, S.A., 1982



Isabel Allende

Paisaje

Recorría sin descanso la inmensidad del sur con su pequeño ejército, adentrándose en los bosques húmedos y sombríos, bajo la alta cúpula verde tejida por los árboles más nobles y coronada por la soberbia araucaria, que se perfilaba contra el cielo con su dura geometría. Las patas de los caballos pisaban un colchón fragante de humus, mientras los jinetes se abrían camino con las espadas en la espesura, a ratos impenetrables, de los helechos. Cruzaban arroyos de agua frías, donde los pájaros solían quedar congelados en las orillas, las mismas aguas donde las madres mapuche sumergían a los recién nacidos. Los lagos eran prístinos espejos del azul intenso del cielo, tan quietos, podían contarse las piedrecillas en el fondo. Las arañas tejían sus encajes, perlados de rocío, entre las ramas de robles, arrayanes y avellanos. Las aves del bosque cantaban reunidas, diuca, chincol, jilguero, torcaza, tordo zorzal, y hasta el pájaro carpintero, marcando el ritmo con su infatigable tac-tac-tac. Al paso de los caballeros se levantaban nubes de mariposas y los venados, curiosos, se acercaban a saludar. La luz se filtraba entre las hojas y dibujaba sombras en el paisaje, la niebla subía del suelo tibio y envolvía el mundo en un hálito de misterio. Lluvia y más lluvia, ríos, lagos, cascadas de aguas blancas y espumosas, un universo líquido. Y al fondo, siempre, las montañas nevadas, los volcanes humeantes, las nubes viajeras. En otoño el paisaje era de oro y sangre, enjoyado, magnífico. A Pedro de Valdivia se le escapaba el alma y se le quedaba enredada entre los esbeltos troncos vestidos de musgo, fino terciopelo. El Jardín del Edén, la tierra prometida, el paraíso. Mudo, mojado de lágrimas, el conquistador conquistado iba descubriendo el lugar donde acaba la tierra, Chile.

Isabel Allende
(Fragmento)

Inés del alma mía (2006), Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2008

domingo, 9 de octubre de 2011

Producciones Estudiantiles: Victoria Pirrotta


Apariencias


Cuando paso por los ventanales que dan a la casa de mi vecina siempre espero poder observar qué hay detrás de esas cortinas verdes, luminosas, con esa inexplicable aura que me atrae y mueve mi mirada hacia allí. No sé qué busco, trato de seguir una línea, un camino que recorro casi por inercia, como si mi cuerpo simplemente tendiera a determinado espacio. Freno, espero, sé que puedo optar por cambiar de rumbo, pero no encuentro un fundamento fuerte, un móvil importante para volar o cambiar.

Mi vecina se llama Eugenia, es una mujer adulta, de unos 35 años, sin grandes aspiraciones, al menos eso parece a simple vista. Nunca la veo salir de su casa, ese caserón lúgubre, con moho en las paredes amarillentas, de donde se destacan las cortinas verdes. Cuando paso por su puerta algo me llama a agudizar mis sentidos, me intriga qué puede realizar una mujer sola, al parecer sin trabajo, sin hijos ni marido en un hogar de tales dimensiones. A veces observo su jardín, descuidado, sucio, desprolijo, veo esa continuidad del moho y musgo de las paredes con el suelo, con el pasto, con las plantas resecas y marchitas como las ambiciones de su dueña. En muchas ocasiones fabulo sobre su historia, ya que en los 10 años que vivo junto a su casa jamás la vi salir, a excepción de las veces que saca la basura, todos los días a las 20.15 hs, siempre tiene mucho que desechar, en grandes bolsas negras de residuos.

El martes cumplía años el nietito de mi vecino de enfrente, entonces decidí pasar a saludar. No pude evitar destinar mi mirada a la casa de esa misteriosa mujer, no comprendo cómo a esa edad no se planteó tener una familia, una carrera, un empleo como el mío, a pesar de que no sé nada de ella siento que la conozco en profundidad, cada movimiento, cada instante en que su vacío se manifiesta. Por momentos temo que esa extraña tenga algo oscuro que ocultar, existen muchos misterios alrededor de ella que me intrigan, que me atraen, me deslumbran. Comencé a mirar fijo a su puerta, a tratar de vislumbrar en esa entrada mohosa la clave del aislamiento y la vida extraña que llevaba Eugenia. Creí ver movimientos, creí oír voces, creí participar de esa soledad aparente, de ese brillo que por momentos me repugnaba y por otros me encandilaba.

Un día, luego de largos momentos de preguntarme sobre mi vecina, decidí hacer algo con estos sentimientos mezclados, no sabía con precisión qué, a dónde me dispararían mis fantasías. Con determinación, me dirigí a esa oscura morada que tantas horas ocupó mi mirada. Fui segura, como quien conoce el camino, como por un sendero que ya conocía. Golpeé la puerta varias veces, al ver que nadie salía, comencé de a poco a entrar al domicilio de mi personaje. Luego de atravesar largos pasillos sucios, desordenados, desde donde se despedían olores nauseabundos, me encontré con ella. La miré un momento antes de hablarle, estaba sentada de espaldas a mí, mirando un gran patio trasero, tan intensamente mohoso como el que yo conocía por los exteriores. Decidí hablarle, pero temí que el momento tan esperado de contacto con mi protagonista llegara a un lugar de realidad cotidiana, que desate todos esos nudos que yo había entrelazado. Nos miramos un momento, ella ni se inmutó por mi presencia. No lo dudé ni un segundo, me senté a su lado y comencé a mirar ese bellísimo patio, profundo, resquebrajado, débil, solitario.


FIN

Victoria Analía Pirrotta

sábado, 8 de octubre de 2011

Francisco de Quevedo, Poesía amorosa

Con ejemplos muestra a Flora la brevedad de la hermosura para no malograrla

La mocedad del año,
la ambiciosa vergüenza[1] del jardín, el encarnado
oloroso rubí, Tiro abreviado[2],
también del año presunción hermosa;

    la ostentación lozana de la rosa,
deidad del campo, estrella del cercado,
el almendro, en su propia flor nevado,
que anticiparse a los calores osa,

    reprehensiones son, ¡oh, Flora!, mudas
de la hermosura y la soberbia humana,
que a las leyes de flor está sujeta.

    Tu edad se pasará mientras lo dudas;
de ayer te habrás de arrepentir mañana,
y tarde y con dolor serás discreta.


Francisco de Quevedo

Poesía Selecta, Los mejores libros de la Literatura Española, Editorial Abril-Siete Días, 1987






[1] Vergüenza del jardín: preciosa alusión al color sonrosado, como el del rostro cuando se averguenza.
[2] Tiro abreviado: alusión a la púrpura de Tiro, con cuantificación en el principio; “más intenso”

Esteban Echeverría, el poeta pensador


BUENOS AIRES, 1830
  
Cuando, en 1830, Echeverría regresa a Buenos Aires, ya ha aprendido a valorar la doble investidura de ideólogo y poeta, cuya coexistencia comprobó en sus años franceses. En 1831, el Diario de la tarde empieza a incluir con cierta periodicidad poemas suyos y, al año siguiente se publica Elvira o la novia del Plata; en 1834, aparecen Los consuelos y, en 1837, el mismo año de las actividades en el Salón Literario, Rimas, que incluye “La cautiva” y recoge un suceso fulminante, dentro de las modestas dimensiones de la ciudad y la turbulencia del período.

No puede subestimarse el "efecto Echeverría" sobre la formación cultural rioplatense de los años treinta. Su influencia, en una ciudad pequeña y periférica como Buenos Aires, se ejerce en la trama de las relaciones personales e intelectuales de las amistades literarias y políticas.  El "hermano mayor de la inteligencia" no podía dar proyección a su vocación de pensador, nos dice Gutiérrez, "si no se rodeaba de adeptos, de discípulos y de amigos que cooperasen con él a la regeneración de la Patria". ¿Y dónde iba a reclutarlos que no fuera entre "jóvenes inteligentes, instruidos y de carácter elevado"? Como había estado fuera del país, el poeta ignoraba que una promoción de jóvenes con esos atributos se había formado en Buenos Aires. Pero, prosigue Gutiérrez, en un lenguaje que sugiere la predestinación del encuentro entre los jóvenes y el intérprete de sus aspiraciones, "una atracción secreta y recíproca aproximaba a las dos entidades y comenzaron a ponerse en contacto en el 'Salón Literario'".

En esos años, Echeverría intentaba sistematizar sus ideas generales sobre las relaciones entre arte y sociedad en algunos escritos, fragmentarios, sobre problemas de estética. En De Staël y en el prefacio a Cromwell había leído que a cada etapa histórica corresponde un tipo de arte, "a cada siglo una poesía, y a cada pueblo o civilización sus formas";  y la reivindicación de esa originalidad se articula, en América, con el principio de independencia cultural respecto de España, fuertemente expuesto también en las intervenciones de Juan María Gutiérrez en el Salón Literario.  Relativismo, reivindicación de la singularidad, historicismo y nacionalismo cultural se reúnen en un haz de temas que, aprendidos en los franceses o en Herder (la traducción de las Ideas sobre la filosofía de la historia de la humanidad apareció en París en 1827), no sólo actualizan, en un sentido europeo, la discusión rioplatense sino que son funcionales a las necesidades ideológico-políticas en dos dimensiones distintas: por un lado, promueven la completa escisión cultural respecto de España que significa concluir las tareas de independencia política comenzadas en mayo de 1810; por el otro, proporcionan una argumentación cultural y estética al conflicto más o menos abierto entre los jóvenes del 37 y los rivadavianos.
Construir a partir de cero una cultura, romper con la tradición colonial y fundar en el "desierto": en esta mezcla de diagnóstico y programa, Echeverría quiere, por un lado, que la nueva poesía trabaje a partir de los colores de la naturaleza física que nos rodea, sea a la vez el cuadro vivo de nuestras costumbres, y la expresión más elevada de nuestras ideas dominantes, de los sentimientos y pasiones que nacen del choque inmediato de nuestros sociales intereses, y en cuya esfera se mueve nuestra cultura intelectual.

La paradoja romántica que en las reflexiones francesas residía en la reivindicación de un pasado nacional y, al mismo tiempo, de los derechos supremos de lo contemporáneo y lo nuevo, exhibe, en el Río de la Plata una ironía suplementaria: ¿cómo la literatura será en efecto, expresión de nuestras ideas dominantes, cuando Echeverría afirma también el vacío de sistema filosófico y la inexistencia de una "razón argentina"?, ¿cómo expresar literariamente una cultura y una sociedad que se juzga necesario fundar? La paradoja romántica, el círculo en el cual la nueva literatura persigue la expresión de la nueva sociedad que aún no existe, la nueva sociedad que sólo llegará a erigirse sobre la base sólida de una nueva cultura, atraviesa los discursos inaugurales del Salón Literario, las intervenciones de Echeverría en ese ámbito y sus consideraciones en la Ojeada retrospectiva. La paradoja exige que el arte nuevo refleje las costumbres y civilización argentinas y, al mismo tiempo las funde.

No se puede subestimar la importancia de los letrados para este proyecto. Son los letrados los que pueden encontrar esas verdades concretas que la literatura deberá expresar en su traducción sensible y afectiva. Pero son también los letrados quienes hacen posible el escenario público donde esas verdades pueden exponerse. En los letrados recae, por otra parte, la responsabilidad de ser originales, y la poesía, especialmente, deberá hacerse cargo de abrir el camino en una sociedad que es nueva, pero que carga con una herencia de la que es necesario separarse para que esa novedad (y fidelidad a lo "real") se realice por completo. Una literatura nacional (de ello está seguro Echeverría) es tan indispensable como las ciencias, la religión y las instituciones en la formación de la comunidad. Sobre los letrados cae la doble tarea de ser originales, rompiendo con el pasado colonial hispánico, y producir a partir de las ideas leídas en los libros franceses y en las traducciones francesas de libros alemanes, una nueva cultura.

La poesía lírica, sus proyectos de obras épico-narrativas largas, byronianas, La cautiva, el plan de reunir las "canciones nacionales", son los esfuerzos por amasar esa riqueza real ausente del Río de la Plata. En esta sociedad de los treinta que no puede vencer las dificultades de su organización institucional ni escribir las leyes que podrían regirla, el poeta que, frente al sentido común, incluso para el sentido común de intelectuales como Sarmiento, debería ocuparse en tareas más vinculadas con la resolución de problemas urgentes, es una de las garantías de la empresa cultural nacional. Eso explica el lugar que la escritura poética ocupa en la obra de Echeverría, quien piensa que ella no entra en contradicción con la intervención política; sólo en dos o tres ocasiones se refiere al conflicto entre la energía dedicada a la literatura y las exigencias o el tiempo requerido por otras prácticas.

Si la traducción de estas convicciones al clima político y social rioplatense tiene mucho más de gesto programático que de trama concreta de prácticas y discursos, esto tiene que ver no sólo con el voluntarismo cultural de la generación del 37 y su jefe de escuela. También proviene del carácter lábil y en formación de la nueva sociedad criolla poscolonial, donde, como ya se ha señalado muchas veces, la acción de los intelectuales reemplaza la de otras fuerzas de la incipiente sociedad civil.

Por eso, no extraña que quienes, como Alberdi, estaban desde un comienzo básicamente preocupados por la organización institucional y la teoría política que debería hacerla posible, reconozcan también el liderazgo de Echeverría, que gusta reivindicarse como poeta. No extraña tampoco que las Rimas y Los consuelos (hoy reducidos a la banalidad) fueran leídos como parte del nuevo evangelio social y político. Y que, del mismo modo, De Angelis se irritara más de lo verosímil con la modesta nombradía rioplatense de su autor. La lírica breve, ciertamente mediocre, y los poemas largos que, a excepción de La cautiva, hoy casi no pueden ser leídos, probaron a los contemporáneos de Echeverría, por lo menos hasta su exilio montevideano donde se acentúan las excentricidades que marcó Sarmiento en los Viajes, que él había encontrado como dice Paul Bénichou de Beranger "el secreto de la poesía lírica que convenía" a los argentinos

  
CARLOS ALTAMIRANO
BEATRIZ SARLO
Fragmentos de ENSAYOS ARGENTINOS. De Sarmiento a la vanguardia
© 1997, Compañía Editora Espasa Calpe Argentina S.A. / Ariel

sábado, 1 de octubre de 2011

Pueblos Originarios

 HABLANDO CON LA GENTE DE LA TIERRA DE ARRIBA

Cabalgo en círculo, llevado por el aliento
de los animales
que te ofrecí en sacrificio.
Galopo, galopo, soñando voy
por los caminos del cielo.
De todos lados vienen a saludarme
las estrellas
OO!! Anciana, anciano,
doncella y joven de la Tierra
de Arriba
en vuestro azul se regocija mi sangre.

            Elicura Chihuailaf


Elicura Chihuailaf Nahuelpán (n. Quechurehue, Chile, en 1952) es un poeta chileno mapuche. Es uno de los más connotados escritores mapuches y su obra es principalmente bilingüe, en mapudungun y español.

ALFREDO LEMON



PASIÓN EN EL CAMINO

Hoy es domingo. En apariencia, los seres de estas latitudes están descansando, cultivando un jardín como quería Voltaire o simplemente disfrutan de un sosiego reparador. Otros, cada vez más cerca de la miseria, ven pasar las horas de su hastío. Sólo unos pocos, hoy domingo, desafían las leyes de la física que tanto han preocupado a Newton, Einstein o Hawking.
Hace muchos años que intento ver el rostro del Absoluto. Hoy es domingo, ¿acaso también Él descansa ?. Pienso que si traspaso el límite de los trescientos kilómetros por hora podré ver su forma, su perfil desconocido. Aunque en verdad me contradigo. Nunca lo he confesado antes: una vez lo he visto: en las curvas, en los trompos, en los derrapes. La imagen no es clara. Parece tener una túnica celeste, rostro amable, barba de anciano. Ha sido también en esos momentos cuando estirando mi mano me pareció rozarlo pero perdía el contacto y el velocímetro descendía a doscientos ochenta, doscientos cincuenta...
He ido a contra-reloj. Sólo una vez, por única vez, en el circuito de Ímola, logré que me tomara la mano y la muñeca. Fue una cuestión de segundos. Fue una cuestión sublime, de eternidad.
Cuando reaccioné, ví que desde el aire llegaban helicópteros, desde los costados corrían ambulancias, gente desesperada y gritando, médicos haciéndole traqueotomías a mi cuerpo que yacía en el asfalto, los dueños de la escudería sacando cuentas por las pérdidas, sacerdotes orando por mi alma, el público en silencio enmudecido y sorprendido, homenaje y pena... Todos como actores de una tragedia cumpliendo sus roles puntualmente.
Creo que a lo mejor en estos años tensé demasiado el arco del destino, haciéndole frente a la naturaleza retando a la muerte en bólidos de fuego.
No sé si me habré reído de los dioses, no sé si tuve coraje, no sé si me arrepiento en conciencia. Quizás, la única tristeza que ahora me invade es cuando recuerdo a mi pueblo, allá en el sur de Sudamérica.
Presiento que muchos corazones habrán dejado de palpitar en sintonía con el mío, un día como hoy, domingo, cada vez que me sentaba al volante, apretaba el acelerador y me lanzaba al vacío.
Toda búsqueda vale la pena. Todos nosotros, cada cual a su manera, trata de entender la lógica del mundo.
Los que se entregan a sus sueños, los románticos, los amantes, los vulnerables, los misericordiosos, los intrépidos, tendrán un lugar privilegiado aquí junto a mí.
Al fin, es la pasión por vivir lo que nos otorga un leve sentido a la existencia.
Al fin, es la pasión por vivir lo que no tiene fin !

(Esta carta fue encontrada en el bolsillo de un paciente internado en una Clínica Psiquiátrica que se hacía llamar Ayrton Senna y vociferaba que había muerto el 1º de mayo de 1994 en un autódromo de Italia).

redesdepapel.blogspot.com


Dante Alighieri

 
Dante Alighieri (1265-1321), fue poeta, prosista, teórico de la literatura, filósofo y pensador político italiano. Está considerado como una de las figuras más sobresalientes de la literatura universal, admirado por su espiritualidad y por su profundidad intelectual.

Dante nació en Florencia, en los últimos días de mayo o los primeros de junio del año 1265, en el seno de una familia que pertenecía a la pequeña nobleza. Su madre murió cuando todavía era pequeño, y su padre al cumplir los 18 años. El acontecimiento más importante de la juventud de Dante Alighieri, según su propio testimonio, fue conocer, en el año 1274, a Beatriz, la mujer a quien amó y a la que exaltó como símbolo supremo de la gracia divina, primero en la Vida nueva y, más tarde, en su obra maestra, la Divina Comedia. Los especialistas han identificado a Bice di Folco como la noble florentina Bice di Folco Portinari, que murió en 1290, con apenas 20 años. Dante sólo la vio en tres ocasiones y nunca habló con ella, pero eso fue suficiente para que se convirtiera en la musa inspiradora de casi toda su obra.

Se sabe muy poco acerca de la educación de Dante, aunque sus libros reflejan una amplia erudición que comprendía casi todo el conocimiento de la época. En sus comienzos recibió una gran influencia de las obras del filósofo y retórico Brunetto Latini, que aparece, por otro lado, como personaje destacado en la Divina Comedia. Hacia 1285 se encontraba en Bolonia, y se supone que estudió en la universidad de esa ciudad. Durante las luchas políticas que tuvieron lugar en la Italia de aquellos años, se unió en un principio al bando de los güelfos, opuestos a los gibelinos (véase güelfos y gibelinos). En 1289 formaba parte del Ejército güelfo de la ciudad de Florencia que combatió en la batalla de Campaldino, en la que los güelfos vencieron a los gibelinos de Pisa y Arezzo. Por esa misma época se casó con Gemma di Manetto Donati, perteneciente a una destacada familia güelfa florentina.
 
La primera obra literaria de Dante fue la Vida nueva, escrita muy poco después de la muerte de Beatriz. Se compone de poemas que responden a la estructura del soneto y de la canción o canzone, entre los que se intercalan textos en prosa. En ella se narran acontecimientos relacionados con el amor del poeta hacia Beatriz, como el sueño en el que Dante la ve muerta, la muerte real de la joven y la decisión del enamorado que, desesperado, decide escribir una obra literaria dedicada a ella, como último monumento a su amor.

La Vida nueva muestra claramente la influencia de la poesía amorosa trovadoresca (véase Trovadores y troveros) de la Provenza francesa, y supone el punto culminante del Dolce Stil Nuovo, nombre que recibe la poesía escrita en la lengua vernácula en la Florencia de aquellos años. Esta obra consigue superar la tradición provenzal, pues describe los sentimientos amorosos del poeta de una manera sublime e idealista, pero insinúa una elevada espiritualidad muy próxima al misticismo. La Vida nueva, con su contenida intensidad de sentimientos, constituye una de las grandes obras de la literatura europea. La obra probablemente fue escrita entre 1292 y 1293 o incluso 1294.

Durante cinco años, Dante participó activamente en la vida política de Florencia. Ciertos documentos fechados en 1295 le sitúan inscrito en el gremio de médicos y boticarios, ya que quienes no pertenecían a la nobleza no podían participar en el gobierno de la ciudad a no ser que fueran miembros de una corporación. En 1300 partió hacia San Gimignano al frente de una misión diplomática. Ese mismo año fue elegido como uno de los seis magistrados de Florencia, cargo en el que se mantuvo sólo dos meses. Durante su mandato se profundizó la rivalidad existente entre las dos facciones del partido güelfo florentino, los llamados negros, que veían en el Papa un interesante aliado contra el poder imperial, y los blancos, que pretendían mantenerse independientes tanto del Papa como del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Con el fin de mantener la paz en la vida política florentina, se decidió desterrar a los jefes de las dos facciones enfrentadas. Sin embargo, apoyados por el papa Bonifacio VIII, los cabecillas de los güelfos negros regresaron a Florencia en 1301 y se apoderaron del gobierno de la ciudad. Dante, que se había opuesto al papa Bonifacio VIII, fue expulsado por un periodo de dos años y le impusieron una elevada multa. Al no hacerla efectiva le amenazaron con ejecutarlo si regresaba a la ciudad.

El exilio del poeta transcurrió entre Verona y otras ciudades del norte de Italia. Vivió en París entre 1307 y 1309. Durante este periodo de tiempo, sus ideas políticas sufrieron una considerable mutación y abrazó la causa de los gibelinos, que aspiraban a la unificación de Europa bajo el gobierno de un emperador culto y competente.

Durante los primeros años de exilio, el poeta escribió dos importantes obras en latín. La primera de ellas, De vulgari eloquentia (1304-1305), es un tratado sobre las ventajas que supondría el uso del italiano como lengua literaria. En él defiende la utilización de la lengua vernácula, establece criterios para su buen uso como lengua escrita y concluye con una sección dedicada a la crítica de algunas obras en lengua vernácula. La segunda de ellas, la inconclusa Convivio (1304-1307), fue concebida como una recopilación o enciclopedia, en 15 volúmenes, del conocimiento de la época. El primero de los tomos sería un volumen introductorio, mientras que los 14 restantes incluirían otros tantos comentarios en forma de poema. Sólo logró completar los 4 primeros libros.

Los anhelos políticos de Dante se vieron espoleados con la llegada a Italia de Enrique VII, rey de Alemania y cabeza del Sacro Imperio Romano Germánico. Las intenciones del emperador consistían en unificar Italia bajo su soberanía. En medio de una febril actividad, Dante escribió a numerosos príncipes y líderes políticos italianos, urgiéndoles a dar la bienvenida al emperador y apoyarlo en sus deseos de unificar la península Itálica, pues era la mejor manera de terminar con las luchas entre las distintas ciudades y en el interior de éstas. La muerte de Enrique VII en Siena, el año 1313, acabó con las esperanzas políticas del poeta. El tratado Monarchia (1310), escrito en latín probablemente durante la estancia del emperador en Italia, constituye una exposición detallada de sus ideas, entre las cuales se encuentran la necesidad de la existencia de un Sacro Imperio y la separación total de Iglesia y Estado.

En 1316 la ciudad de Florencia ofreció a Dante la posibilidad de regresar, pero las condiciones que puso para ello eran las mismas que solían imponerse a los criminales perdonados por las autoridades de la ciudad. El poeta rechazó el ofrecimiento, argumentando que jamás regresaría a menos que le fuesen restituidos por completo su dignidad y su honor. Siguió, por tanto, viviendo en el exilio, y pasó sus últimos años en Ravena, donde murió el 13 o el 14 de septiembre de 1321. Fue enterrado en esta ciudad, pero sus restos han sido reclamados durante siglos por los florentinos, que le tenían reservada una sepultura en la iglesia de la Santa Croce.

Entre las obras menores que escribió durante este periodo se encuentran Quaestio de aqua et terra y dos églogas también en latín. La primera de las tres obras es un tratado cosmológico sobre una cuestión frecuente entre los pensadores de ese momento: si la superficie de las aguas es mayor que la de la tierra. Las églogas estaban inspiradas en el modelo desarrollado por el poeta clásico romano Virgilio, a quien Dante consideraba su más importante y duradera inspiración.
 

Dante debió de comenzar su obra maestra, la Divina Comedia, alrededor de 1307 y la concluyó probablemente poco antes de su muerte. Se trata de una narración alegórica en verso, de gran precisión y fuerza dramática, en la que se describe el imaginario viaje del poeta a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Está dividida en tres grandes secciones, que reciben su título de las tres etapas del recorrido. En cada uno de estos tres mundos Dante se va encontrando con personajes mitológicos, históricos o contemporáneos suyos, cada uno de los cuales simboliza un defecto o virtud, ya sea en el terreno de la política como en el de la religión. Así, los castigos o las recompensas que reciben por sus obras ilustran un esquema universal de valores morales. Durante su periplo a través del Infierno y el Purgatorio, el guía del poeta es Virgilio, alabado por Dante como el representante máximo de la razón. Beatriz, a quien Dante consideró siempre tanto la manifestación como el instrumento de la voluntad divina, lo guía a través del Paraíso.
 

Cada una de las secciones incluye 33 cantos, excepto la primera, que incluye uno más y sirve como introducción. Este extenso poema está escrito en terza rima, una estructura rimada cuya distribución es la siguiente: ABA BCB CDC... etc.. La intención de Dante al componer este poema era llegar al mayor número posible de lectores, y por ello lo escribió en italiano, y no en latín. Lo tituló Commedia porque tiene un final feliz, en el Paraíso, al que llega al final de su viaje. El poeta puede por fin contemplar a Dios y siente cómo su propia voluntad se funde con la divina. Este adjetivo, divina, no apareció en el título hasta la edición de 1555, llevada a cabo por Ludovico Dolce.

La obra, que constituye un catálogo del pensamiento político, científico y filosófico de su tiempo, puede interpretarse en cuatro niveles: el literal, el alegórico, el moral y el místico. Ciertamente, es una impresionante dramatización de toda la teología cristiana medieval, pero, más allá de esta consideración, el viaje imaginario de Dante puede ser interpretado como una alegoría de la purificación del alma y de la consecución de la paz bajo la guía de la razón y el amor.

Ya en el siglo XV muchas ciudades italianas habían creado agrupaciones de especialistas dedicadas al estudio de la Divina Comedia. Durante los siglos que siguieron a la invención de la imprenta aparecieron más de 400 ediciones distintas sólo en Italia. La epopeya dantesca ha inspirado, además, a numerosos artistas, hasta el punto de que han aparecido ediciones ilustradas por los maestros italianos del renacimiento Sandro Botticelli y Miguel Ángel, por los artistas ingleses John Flaxman y William Blake, y por el ilustrador francés Gustave Doré. El compositor italiano Gioacchino Antonio Rossini y el alemán Robert Schumann pusieron música a algunos fragmentos del poema, y el húngaro Franz Liszt se inspiró en él para componer un poema sinfónico. El compositor contemporáneo italiano Luciano Berio también ha utilizado versos de Dante en su composición Laborintus II.

La Divina Comedia ha sido traducida a más de 25 idiomas. La primera edición en castellano fue la de Enrique de Villena, a principios del siglo XV, hoy perdida. De 1429 data una versión catalana, en verso, de Andreu Febrer, y en 1555 Pedro Fernández de Villegas tradujo el Infierno. Entre las versiones modernas al castellano destacan la de Cayetano Rosell (1871-1872); en verso, y muy difundida en su época fue la del conde de Cheste (1879) y la del argentino Bartolomé Mitre (1894), también en verso. En catalán sobresalen la de Jacint Verdaguer (1879) y la de Sagarra (1950-1952).

La influencia de Dante en la literatura española de los siglos XV y XVI fue muy importante, a partir, sobre todo, de la obra de Juan de Mena El laberinto de Fortuna o Las trescientas, terminada en 1444.


Encarta , 2005.