miércoles, 8 de junio de 2011

Jaime Rest "Biografía"

Conceptos fundamentales de la literatura moderna

“Biografía”

La biografía suele ser considerada un auxiliar fundamental del historiador, en la medida en que proporciona materiales sobre la vida de figuras conspicuas o rasgos significativos de la existencia general de un período. En tal sentido puede juzgársela una tarea casi científica de paciente indagación que permite reconstruir las circunstancias, el carácter y las opiniones de individuos cuya trayectoria, a su vez, nos provee de datos esenciales y nos permite llegar a conclusiones reveladoras. Pero la biografía también es un arte y desde este punto de vista, se parece más —tal como lo ha señalado Marcel Schwob— a la obra de un pintor retratista que a la del indagador científico. Fundamentalmente, se trata de una variedad de literatura narrativa cuya principal diferencia con la ficción consiste en que nos presenta una historia basada en hechos reales no en sucesos imaginarios. Por lo tanto, la tarea del biógrafo requiere múltiples habilidades; el autor de una relación destinada a exponer el conocimiento de un hombre que realmente existió ha de destacarse, al menos, en cuatro aspectos principales: 1) debe tener un sólido dominio de la metodología histórica que le permita reunir la documentación y evaluarla, sin perder de vista las circunstancias en que transcurrió la vida que es objeto de su indagación; 2) si se trata de un personaje que se distinguió en una actividad especializada, su biógrafo debe poseer además un razonable conocimiento del campo respectivo en que se destacó la figura que es objeto de estudio (la situación de la poesía europea en el silo XIII, en el caso de Dante; la técnica de la pintura en la España romántica, en el caso de Goya; el desarrollo de la ciencia física en los siglos XVI y XVII, en el estudio de Galileo o de Newton; las teorías políticas sobre el derecho divino de los reyes a propósito de Luís XIV, etcétera); 3) debe poseer una sagacidad y una penetración psicológicas que le faciliten la comprensión de las acciones personales del individuo estudiado; y 4) debe tener la adecuada destreza artística para organizar la exposición de manera clara, persuasiva y amena. Por añadidura, se espera que la biografía proporciona algo más que la narración de una vida o la exclusiva revelación de un carácter; se supone que la trayectoria de un individuo representativo de su tiempo y lugar tiene que ilustrar, además, cierto principio general, cierta filosofía de la vida, cierta interpretación de la conducta humana. Tal vez sorprenda la afirmación, pero los Evangelios constituyen el conjunto de biografías acerca de un mismo personaje que ha gravitado más decisivamente en la historia de Occidente y por comparación con ellos resultan mucho menos efectivas en sus consecuencias las restantes narraciones de vidas ilustres que se escribieron en la antigüedad: las que compuso Plutarco en su Vidas paralelas, las que reunió Suetonio en su Vida de los césares,  inclusive la figura de Sócrates que se esboza en las piezas filosóficas de Platón. En la Edad Media suelen cultivarse dos tipos principales de biografías: la crónica regia ilustrada por la Vida de Carlomagno de Eginhardo y la vida de santos que da origen a la Leyenda áurea de Jacopo da Voragine. A medida que se acerca el Renacimiento se multiplica el interés por las biografías, tal como lo demuestran las Vidas de los varones ilustres de Boccacio. Con el avance del individualismo moderno este entusiasmo se acrecentó, según puede comprobarse en textos de Izaac Walton y de John Autrey o en el Marco Bruto de Quevedo. El arte biográfico ingresa en una nueva y fundamental etapa en las postrimerías del siglo XVIII, cuando James Boswell completa su deslumbrante Vida de Samuel Jonson, análisis integral de una personalidad en la que el autor reunió un vasto caudal de notas y observaciones recogidas a lo largo de años en que mantuvo un trato directo con el protagonista de su obra. El desarrollo del realismo novelístico y del historicismo romántico contribuyó asimismo a perfeccionar las técnicas de narración biográfica, al desenvolver una mayor agudeza en la semblanza  de personajes y una más efectiva conexión entre el hombre y la época en que vivió. Por fin, ya en el siglo XX, debe recordarse el memorable retrato de la reina Victoria de Inglaterra que trazó Lytton Strachey, quien encaró una evocación de excepcional perspicacia y de notable factura artística, a la vez que impregnada de una tersa ironía, cualidades que llevaron a gran número de escritores a imitar este enfoque; ello contribuyó a que la biografía se convirtiese en uno de los géneros literarios más populares del período intermedio entre las dos guerras mundiales.


Jaime Rest


Conceptos fundamentales de la literatura moderna, 1979, Centro Editor de América Latina S.A.

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