sábado, 18 de junio de 2011

Carlos Gamerro "Reportaje sobre su ensayo Ulises"

Secretos de una asombrosa catedral de sonido
Reportaje a Carlos Gamerro sobre su ensayo Ulises
Por Augusto Munaro

Paradójicamente, ciertas obras maestras de la literatura universal han perdurado debido al grado de complejidad de su escritura, siendo siempre leídas por un reducido número de lectores entendidos. La nómina podría encabezarse con Orlando furioso de Ludovico Ariosto ó La Reina de las hadas del poeta isabelino Edmund Spenser. Vastos poemas cuya opulencia imaginativa han favorecido su intraducibilidad e ilegibilidad. Dos condiciones que atentan la exigua paciencia del lector moderno. Esta breve lista podría cerrarse con la inclusión de la novela Ulises (1922), del poeta y escritor irlandés James Joyce.
Ulises narra las peripecias de tres dublinenses durante una única jornada, el 16 de junio de 1904. Lo notable de esta historia no resulta la trama en sí –los vagabundeos por la capital irlandesa de Leopold Bloom, su protagonista, y otros dos personajes centrales, Stephen Dedalus y Molly Bloom-, sino el modo experimental en que está estructurada la historia. Basada metafóricamente en el esquema episódico que sigue la Odisea de Homero, el libro ensaya hasta la extenuación todos los géneros literarios habidos y por haber.
Cada capítulo presenta una técnica literaria propia, inclusive, creando nuevas, como el monólogo interior, con el fin de retratar el flujo de la conciencia de los personajes. Su polimórfico estilo innovador, debido a sus rebuscadas asociaciones lingüísticas, su farragoso entrelazamiento de citas literarias, además de la incorporación de profusos vocablos extranjeros, juegos de palabras, así como también términos teológicos o científicos; lo han convertido en uno de los libros de ficción más complejos jamás escritos. Su lectura ofrece una singular forma de representar el mundo mediante palabras. Si bien amplió las posibilidades y límites de la literatura, han sido pocos los trabajos en castellano que han arrojado cierta luz sobre su verdadero alcance y múltiple significado.
El escritor y traductor argentino Carlos Gamerro (1962), autor de las novelas Las Islas (1998), El sueño del señor juez (2000), El secreto y las voces (2002), La aventura de los bustos de Eva (2004), como también de los ensayos Harold Bloom y el canon literario (2003), entre otros; ha dedicado veinte años al estudio y enseñanza minuciosa del Ulises de Joyce. Como resultado de esta labor, acaba de publicarse Ulises. Claves de lectura (Norma). La primera guía anotada del Ulises en nuestro idioma. Un ensayo donde se indagan los incontables procedimientos narrativos que el autor de Dublineses, utilizó en su gran obra. Además se escruta con pericia el ritmo en que se desenvuelven los sucesos novelados, la relación ambigua entre personajes y acontecimientos, facilitando al lector la comprensión de tan ambiciosa novela.
Gamerro ha utilizado una prosa práctica -clara, sencilla, directa y sin ornamentos superfluos-, ideal para poder instruirnos sin dilaciones en los misterios de la novela más influyente del siglo XX. Tampoco se pierde en los vericuetos de la crítica erudita ni en su pedantería. Así como Virgilio acompañó a Dante en la Divina Comedia, al descender los nueve círculos del infierno, Carlos Gamerro franqueó los intrincados capítulos de Ulises con el fin de trazar un mapa. Ulises. Claves de lectura es la prueba del viaje por esa densa maraña de signos. De este modo nos ha legado un manual, una lúcida guía de instrucciones para sumergirnos en su caos verbal, sin extraviarnos en sus excesos.
-¿Cómo fueron los veinte años de gestación del libro?, ¿necesitó viajar a Dublín para recolectar información que aquí no podía acceder de ningún modo?
-Fueron veinte años de leer Ulises, en el original y en las distintas traducciones al español; de enseñarlo, en ambas lenguas, en grupos privados, en la UBA, en el Malba: es decir, tanto a lectores especializados como a lectores comunes –siendo éstos últimos, en mi opinión, los destinatarios naturales de la mejor literatura. En ese tiempo no me convertí en experto en Ulises, pero sí en todas las dificultades que los lectores encuentran en esta novela. Para eso escribí el libro. Borges solía bromear que nadie – ni siquiera él mismo - había leído el Ulises completo. Mis cursos, y ahora mi libro, quieren contribuir a probar que, por una vez, Borges se equivocó. Lo que Dublín me dio, la información que no hubiera podido hallar en ninguna otra parte, fue el conocimiento de la ciudad misma. Ninguna ciudad ha sido representada en la literatura tan fielmente, tan minuciosamente, como la Dublín de Joyce. “Si fuera barrida de la faz de la tierra,” se vanagloriaba, “podría reconstruirse a partir de las páginas de mi libro.” La representación de Dublin en Ulises no es meramente realista, sino real: si Joyce pone determinado árbol en determinada esquina, pueden tener la seguridad de que allí estaba ese 16 de junio de 1904. Conocer la ciudad ayuda mucho a leer la novela; como no puedo llevar a todos los lectores allí, en el libro incluí un mapa con los recorridos de los personajes, y una serie de fotos ilustrativas de lugares donde transcurre la acción.
-En un país latinoamericano como la Argentina, ¿cuál es en la actualidad, el sitio que se le debe otorgar a Ulises?
-Ulises es una novela latinoamericana escrita en inglés. Cuando de una obra como el Ulises se trata, la traducción forma parte de la historia de la literatura y la lengua de un país, tanto como su literatura en lengua original. En la literatura argentina del siglo pasado la huella del Ulises puede rastrearse en las lecturas y traducciones parciales de Borges, en la rabia de Arlt que no podía leerlo, en el primer Ulises porteño (el Adán Buenosayres de Marechal), en marcas diversas sobre los textos de Puig, Rodolfo Walsh, Ricardo Piglia, Luis Gusmán, etc. La literatura argentina siempre fue buena lectora del Ulises, así como la brasileña lo es del Finnegans Wake (que entre nosotros poca huella ha dejado). La versión de Salas Subirat es entonces parte de nuestra historia literaria. Gran parte de la literatura latinoamericana de los ’60 toma a Faulkner como modelo, en parte porque pertenece, como él, al área Caribe, y la fórmula faulkneriana de combinar literatura regionalista y rural con procedimientos modernistas de vanguardia es, sin más, la fórmula del boom, desde Méjico al Uruguay. En la literatura Argentina, en cambio, en el s.XX el foco pasa decisivamente del campo a la ciudad, ciudad que es además una metrópoli cosmopolita, marcada por la inmigración europea. Por todo eso, el modernismo que entra en Latinoamérica con Faulkner, había entrado en la Argentina con Joyce.
-¿Comparte la opinión de Borges, acerca de que el genio de Joyce es esencialmente “verbal”?
-Sin duda, como el de Shakespeare, o el de Milton, y, ya que estamos, el del propio Borges. Pero todos estos son autores donde están en equilibrio lo verbal, lo filosófico, lo emotivo, lo referencial, y se potencian mutuamente. Distinto es el caso de autores cuyo genio es, como señala el mismo Borges más de una vez, ‘meramente’ verbal, como Góngora, Quevedo, Lugones - o el propio Joyce, pero no el Joyce de Ulises sino el de Finnegans Wake. Por otra parte, hay que agregar, que el genio de Joyce es verbal y oral. Al trabajar en mi libro me decidí a escuchar el Ulises, antes que a releerlo: hay al menos dos versiones en audiolibro, una maravillosa costumbre del mundo anglosajón que no tenemos en español. Y lo que advertí al escuchar Ulises es que Joyce, cuando escribe, compone, escribe con el oído antes que con la vista: cada capítulo de Ulises es una compleja y asombrosa catedral de sonido, comparable a una pieza de Wagner. Escuchar Ulises es penetrar en un espacio sonoro virtual que tiene toda la profundidad del real.
-Como estudioso de Joyce, ¿cuáles cree usted que sean las principales cualidades de un lector antes de lanzarse por las laberínticas páginas de Ulises?
-Paciencia, trabajo, concentración, memoria. La lectura solitaria no es necesariamente el mejor método. Ulises es un libro para leer en grupo, en voz alta, y comentarlo. Como segunda opción, leerlo con uno o varios textos que acompañen la lectura. En inglés hay muchos libros que ayudan a leer el Ulises. A veces, su función principal es calmar la angustia del lector, ayudarlo a no sentirse un inútil. Leer Ulises es una de las experiencias de lectura más difíciles, y a la vez más estimulantes y productivas. Nadie que lo haya leído hasta el final sentirá que no valió la pena.
-En la introducción del libro, usted sostiene que un argentino puede leer Ulises con mayor facilidad que un norteamericano. ¿Por qué lo cree así?
-Yo digo que un argentino, o latinoamericano (o para el caso, asiático o africano) leerá el Ulises como novela irlandesa, antes que como novela inglesa o universal, por las características que comparte la literatura irlandesa de principios del siglo XX con otras literaturas y sociedades tercermundistas, coloniales o poscoloniales.
-En otro pasaje de Ulises. Claves de lectura, usted afirma que “Joyce quería que el Ulises, aparte de ser una novela, fuera una suma de todos los saberes de su tiempo, y también de los saberes anteriores: una enciclopedia”. ¿Acaso esta idea ha surgido como un intento de superar el género?, ¿Como una gran sátira condensada sobre la historia de la literatura de Occidente?
-Bajtín definió para siempre a la novela como el género discursivo capaz de incluir a todos los otros géneros discursivos – y no solo los literarios. Ulises es lo más cerca que la novela ha llegado de hacer realidad esta utópica propuesta.
-Una de las singularidades de su libro, es el hecho de no haber optado por un lenguaje académico ni formal a la hora de desentrañar el contenido de Ulises. Su elección fue más bien coloquial, semejante al habla rioplatense. ¿Cuál ha sido su preocupación al tomar esta decisión estilística?
-Más que una decisión, es la marca de origen del libro. El libro nace en forma oral, es una serie de clases, o más bien de conversaciones sobre Ulises. No quise que, en su forma escrita, se desvirtuara su naturaleza.
-¿Es posible escribir novelas después de Joyce, independientemente de su influjo, de su innovadora y avasallante sombra?
-Sí, si se encuentra la fórmula alquímica para convertir su sombra en sol. Beckett lo hizo. Claro, tuvo que hacerlo en francés, porque en inglés, la sombra de Joyce lo ahogaba (como aparece en su ‘Impromptu de Ohio’). Virginia Woolf lo hizo (claro, tuvo que desprenderse de la entera tradición de la novela inglesa decimonónica, tan presente en sus novelas anteriores a Jacob’s Room y Mrs. Dalloway). Faulkner lo hizo, combinando las técnicas de Joyce con la materia de su mundo, y fue así que se convirtió en el autor estadounidense más importante del siglo XX.




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