ROSAS
DE SANGRE

Odio la luz en
ocasiones como ésta en las que despierto tirado en el piso después de una
borrachera. La cabeza me late con fuerza como si quisiera reventar, mis piernas
tiemblan. Me hago la promesa de siempre que ésta es la última vez. Estoy solo.
Siempre es lo mismo, la plata se acaba y desaparecen. La culpa es mía. Mientras
tenés valés; no tenés y sos menos que nada, como yo que estoy en este lugar del
que no tengo la más mínima idea de dónde es.
Estoy en lo que parece
ser el pasillo de un edificio de más de diez pisos. No veo puertas, sólo
paredes blancas y una escalera de mármol.
Comienzo a subir
aún dolorido. A los costados hay unas pequeñas ventanas por las que pasa la
luz, tienen un cristal tan grueso que no permiten ver nada del exterior. La
escalera termina en el techo del décimo piso. Reviso con atención y noto las
hendiduras de un cuadrado de un metro de lado. Empujo con fuerza y la tapa
cede. Pienso: "por fin una salida".
Paso del otro
lado y otra vez paredes iguales a las de antes y más escaleras. Con bronca
golpeo con todas mis fuerzas la pared. Los nudillos de la mano derecha me
quedan lastimados. Mi sangre dejó en la pared cuatro manchas que por su forma
parecen cuatro rosas.
Afligido
comienzo a subir la nueva escalera. Otra vez la misma historia, ninguna puerta
o salida. Cuando llego al techo del décimo piso hay otra abertura con forma de
cuadrado pero esta vez está abierta. Paso del otro lado y allí resignado las
veo de vuelta, aún chorreando en la pared, a mis malditas rosas de sangre.
MARCOS
RODRIGO RAMOS
Bajado de: redesdepapel.blogspot.com
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