Muerto en una pelea
de bar
Mientras en Londres campeaba la peste, cuatro hombres se reunían la mañana
de un miércoles para pasar el día comiendo, bebiendo y hablando en la posada de
la viuda Eleanor Bull, en Deptford, una aldea cinco kilómetros al sureste de la
City, en la ribera opuesta del Támesis. El peculiar cuarteto estaba formado por
Ingram Frizer, hombre de confianza cuyas dudosas intrigas lo tenían en litigio
perpetuo, Nicholas Skeres, señuelo de Frizer, Robert Poley, agente secreto del
gobierno, de torvo carácter, y Christopher Marlowe, de apenas 29 años pero ya
considerado el mejor dramaturgo de Inglaterra. La fecha de la reunión era el 30
de mayo de 1593.
Tras un breve paseo vespertino, los cuatro hombres reanudan su juerga. A la
noche, después de la cena Frizer y Marlowe pelean por la cuenta, muy abultada
por todo un día de juerga. Skeres y Poley concuerdan en que Marlowe inició la
pelea al tomar la daga de Frizer y arremeter contra él sin haber sido
provocado. Luego de recibir dos estocadas en la cabeza, Frizer le quita el arma
a Marlowe y acuchilla a su furioso adversario sobre el ojo derecho. El joven
dramaturgo cae muerto.
Se llama a los guardias y a la mañana siguiente llega el juez de la reina.
Frizer es arrestado por el crimen, pero una indagación lo exonera del delito,
pues es obvio que actuó en defensa propia. A fines de junio sale libre.
Mientras tanto, el sepelio de Marlowe se lleva a cabo 48 horas después de su
violenta muerte.
Esta es la versión oficial, aceptada durante más de tres siglos, sobre el
abrupto final de una promisoria carrera. Pero en 1925 se halló el informe del
juez en un archivo, donde permaneció 332 años sin ser notado. Una detenida
lectura del documento plantea varias interrogantes.
¿Por qué se sepultó a Marlowe tan apresuradamente? ¿Por qué la indagación
fue tan breve y se aceptó con tanta facilidad el testimonio de los dos
testigos? ¿Es que una pelea de ebrios era la única explicación posible del
crimen? ¿Acaso los tres hombres conspiraron para matar a Marlowe? Las heridas
de Frizer eran tan leves que bien pudo hacérselas él mismo, para simular un
ataque. ¿Es que estos sombríos personajes actuaron por cuenta propia o eran
intermediarios de gentes poderosas? ¿Se trataba de una conjura para acaba con
un hombre que sabía demasiado? Esta última posibilidad merece ser considerada,
pues ahora se sabe que el bisoño dramaturgo llevaba una vida doble como agente
del servicio secreto de la reina.
Christopher Marlowe nació en febrero de 1564, dos meses antes del hombre
que lo eclipsó con su vida más larga y su carrera más fructífera: William
Shakespeare. Pero mientras éste era un total desconocido y vivía en Stratford,
Marlowe llevaba cierto camino recorrido, recibió una beca en el colegio Corpus
Christi de Cambridge y se licenció a los 20 años. Prosiguió sus estudios, tal
vez con la intención de llegar a ser un clérigo anglicano. Pero las autoridades
de Cambridge rehusaron al principio concederle un posgrado, sospechando de sus
frecuentes ausencias de la universidad.
Cuando el joven Marlowe estaba en Cambridge, Inglaterra se hallaba bajo la
amenaza de ser invadida por España y los estudiantes católicos huían a Francia.
¿Sus ausencias eran un preludio de esta huída? En 1587, intervino el concilio
secreto de Isabel. El estudiante “en todos sus actos se comportó correcta y
discretamente al hacer un buen servicio a Su Majestad”; sus cualidades como
estudiante y persona no debían ser puestas en tela de juicio “por aquellos que
ignoran los asuntos en que estuvo involucrado”. Cambridge le otorgó, a fin de
cuentas después de alguna investigación, el título de maestría.
Un año después de salir de Cambridge, se estrenó la primera obra de
Marlowe, el drama en dos actos Tamburlaine
el grande. El candidato a clérigo era ahora hombre de letras. En una
carrera de sólo seis años, escribió media docena de obras, un poema narrativo
largo y tradujo del latín. Pero el escritor también se ganó la reputación de
ser un joven impulsivo y testarudo que resolvía discusiones por medio de la fuerza.
En 1589 fue brevemente a prisión por tener parte en una riña callejera donde un
hombre fue asesinado. Tres años después compareció ante la corte por atacar a
agentes del orden. En la primavera de 1593 Marlowe fue acusado de una ofensa
mucho más grave.
Aunque la flota invasora de Felipe II fue derrotada por los ingleses en
1588, hubo una nueva amenaza de España en la primavera de 1593. Cuando
aparecieron carteles sediciosos en los muros de Londres, el concilio secreto
real nombró una comisión investigadora, con poder para allanar moradas, en
busca de actividades de traición. Durante el rastreo, los comisionados hallaron
el 12 de mayo de 1593 los documentos de Thomas Kyd, otro joven dramaturgo, que
entre varias cosas había compartido algún día el alojamiento con Marlowe.
En realidad no había evidencia de traición en los documentos de Kyd, pero
contenían ciertas declaraciones que negaban la divinidad de Jesucristo. Esto
era considerado como blasfemia, punible con la pena capital. Ciertamente pocos
años antes un discípulo del colegio Corpus Christie había muerto en la hoguera
por expresar tales opiniones. Kyd negó ser el autor de los documentos pero,
bajo tortura, confesó que pertenecía a su colega Marlowe.
La “confesión” de Kyd puso al servicio secreto en una posición difícil.
Marlowe había sido mensajero clandestino en Europa. El 18 de mayo se lo citó
para comparecer en la capital. Sin que se le dijeran sus cargos, salió libre
bajo fianza pero fue requerido a estar disponible, con un día de notificación,
para dar evidencia. Doce días después Marlowe yacía muerto en el suelo de la
posada de Deptford.
Si Marlowe era culpable de blasfemia, ¿por qué salió libre? ¿Por qué no fue
torturado como Kyd para confesar el horrendo crimen? ¿Por qué, en vez de eso,
se le permitió reunirse con tan dudosos personajes el 30 de mayo?
En 1955, el escritor Calvin Hoffman elaboró la teoría de que los
conspiradores, incluyendo a Marlowe, trajeron a un marinero desconocido a la
posada de Deptford, lo asesinaron y cocinaron la muerte de la historia de
Marlowe, quien luego asumió la nueva identidad de William Shakespeare y que
escribió durante el cuarto de siglo restante las obras que le ganaron la
inmortalidad. Aunque el final de la carrera de Marlowe coincide con el inicio
de la de Shakespeare, los expertos han considerado inaceptable la teoría de
Hoffman.
![]() |
Christopher Marlowe - William Shakespeare |
Nunca se sabrá la verdad sobre la muerte de Marlowe. Hubo entre muchos de
sus contemporáneos quienes aplaudieron su muerte como un castigo divino contra
un ateo, blasfemo y “sucio dramaturgo”. Pero la posteridad lamentó su muerte
prematura. La literatura inglesa perdió la noche del 30 de mayo de 1593 a un
gran dramaturgo, tal vez de la talla de Shakespeare. Apenas el año anterior,
Shakespeare salió de Strafford a Londres, donde sus obras atrajeron a un
público cada vez mayor. En una de ellas, Como
gustéis, aludió a la trágica muerte de su predecesor “como un gran ajuste
de cuentas en un cuarto pequeño”.
Pero Marlowe, sin quererlo, escribió su propio epitafio en el epílogo de su
obra más famosa, Doctor Fausto:
“Trunca está la rama que pudo haber crecida recta…” Al morir a los 29 años, dejó sin escribir
muchas obras que pudieron haber sido maestras.
Fragmentos de:
Secretos y Misterios de la Historia, Reader’s Digest,
1995
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