viernes, 22 de marzo de 2013

Pinceladas porteñas


Bolita de ojito




Te conocí de pasada
en aquella librería,
cuando del “cole” volvía
con toda la purreteada.
Y por gustarme de entrada,
ya te dejé en la vidriera
la impresión tibia y sincera
de mi nariz achatada…

Por vos, bolita coqueta,
esa tarde ya “cobré”
porque el café derramé,
distraído, en la carpeta,
pero ese mes la libreta
por derecha trajo un diez
y fue la primera vez
que te lavé en la pileta…!

¡Cuántas medias destrozaba
por tirarte arrodillado!
¡Las veces que habré limpiado
el camino en que pasabas!
Con mi aliento de empañaba
al preparar un “birulo”
y me fijaba si alguno,
por las dudas, “la rezaba”…

Cien hoyos te fabriqué
con tapas de naranjín;
con el taco del botín
¡las quemas que te salvé!
¡Cuántas veces les grité
“se las mido cuando quiera”!
Y en un descuido cualquiera
te arrimaba con el pie…

Te escondía en un momento
en la funda de la almohada,
cuando mi vieja, enojada,
las iba de “allanamiento”…
Y yo, gozando por dentro,
me dejaba revisar,
y cuando me iba a acostar
te mordía de contento…

La vida nos separó,
bolita blanca de “ojito”
ya no soy el mocosito
que una tarde te compró.
Hoy la suerte me tiró
para el hoyo del Destino,
y un “mal repe” en el camino
más “cachuzo” me dejó…

Ya no me queda más nada
del “sin vista y sin corona”:
me ha ido “como la mona”
por las calles asfaltadas…
Y si la Muerte, emperrada,
me la midiera con luz,
yo me juego hasta la cruz…
¡Total… ya no hay más salvada”


Héctor Gagliardi
Puñado de emociones (Pinceladas porteñas), Editorial Julio Korn

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario