Americanos 1
Para hacer lo que se hizo fue
necesario poner en duda la condición humana de los habitantes del Nuevo Mundo.
A ello contribuyó Colón,
imaginativo y deseoso de provocar aun más escándalo con su “descubrimiento”,
cuando en su “Diario” se refiere tres veces a seres “de un solo ojo”, como el
cíclope griego.
Asimismo, sin rubor, afirma que
“vido tres sirenas que salieron bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas
como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara”.
No terminaba ahí la cosa, pues
don Cristóbal, en una de sus cartas a Gabriel Sánchez le cuenta que “a la gente
con cola” podía encontrársela en la parte poniente de la isla Juana, en la
provincia llamada Nuan, “adonde nace esta gente”. En su segundo viaje le llegó
el conocimiento de que “en Mangi todas las gentes tenían rabo de más de ocho
dedos de largo”.
Al Almirante no le faltaron
informantes, y él consignaba las noticias en su “Diario”: Lejos de “La
Española”, ciudad por él fundada, había seres “con hocico de perros que comían
los hombres y que tomando uno lo degollaban y le bebían la sangre y le cortaban
su natura”
Era indudable que el humanitario
espíritu español la imponía que se ocuparan y se cristianizaran esas tierras
habitadas por monstruos. Y tan ricas.
Pacho O’Donnell
(1999) El rey blanco – La historia argentina que no nos contaron,
Editorial Sudamericana, 1999
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