Servicio de correos
Al poeta Elvio Romero
Mi natural desconfianza del servicio de
correos me llevó a probar la eficacia del sistema. Me envié cartas a mí mismo
para saber si llegaban a tiempo. Nada más particular que la cara del cartero
cuando descubría que el destinatario y el remitente eran la misma persona.

Lo cierto es que nada me proporciona más
placer que recibir mis propias cartas. Eso tenía sus ventajas; en primer lugar,
nunca había sorpresas desagradables; en segundo lugar, eran líneas sinceras,
nunca trataba de engañarme con adulaciones hipócritas, y tercer: en caso de que
la carta se extraviara del correo a mi casa, no importaba, ya sabía de que se
trataba.
Orlando Van Bredam
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x leer, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 2008
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